Ángel Di María tuvo ayer una despedida que ni a los mejores guionistas de cine se les habría podido ocurrir. Creó a base de perseverancia una historia que hoy es leyenda en la que deja un legado más que significativo y ejemplo para la vida en la que muestra como, si realmente se persiguen, los sueños están para cumplirse.
Cuando el reloj mostró que faltaban cuatro minutos para la alegría desbordante de millones de argentinos en una nueva consagración como campeones de América, se produjo el momento más emotivo de la noche: nacía una leyenda. Ángel Di María abandonó, en el último cambio dispuesto por el director técnico del seleccionado argentino Lionel Scaloni, el campo de juego para el ingreso del defensor, Nicolás Otamendi.
Pero, no fue un cambio más. Fue el más significativo porque se despidió de la Selección Argentina. En una noche redonda, donde se dio el lujo de ver a sus hijas ingresar la pelota del partido y consagrarse una vez más campeón con su país, el Fideo vivió una verdadera fiesta y fue reconocido por cada integrante de la comitiva nacional. Aquel rosarino que vino sin nada y se va con todo. Que debió y eligió sufrir millones de insultos y críticas injustas sin que nadie se ponga en sus pies, para que todos hoy estén a sus pies. Le dijeron que le convenía quedarse en París con el PSG degustando un champagne bajo la Torre Eiffel, pero eligió volver.
Porque sabía muy bien que esa pared se iba a romper. De tanto chocarse con ella la vio resquebrajada, casi como invitándolo a seguir intentando. Que sólo era cuestión de tiempo y claro, lo siguió intentando. Aquel 10 de julio del 2021, en su quinta Copa América disputada, ese muro se rompió para siempre y le abrió paso a la leyenda. Argentina se coronó campeón de América ante Brasil en el mismísimo Estadio Maracaná con un gol suyo.
Sin embargo, sus sueños seguían hablándole y le decían que ese no era el fin, sino el principio de algo más grande aún. El 1º de junio de 2022 alzó su segundo trofeo con su país goleando a Italia (venía de ser campeón en la Eurocopa) por 3-0 en Wembley. Como no podía ser de otra manera, el Fideo marcó un gol (el segundo). Ese mismo verano, el 18 de diciembre, llegó la mayor consagración: Argentina fue campeona del Mundo en Qatar ante la poderosísima Francia y el ex Rosario Central marcó un tanto en el 3-3, cuyo resultado final condujo a la definición por penales.
Ayer sabía que con toda esa historia de gloria y ejemplos, no podía retirarse sin la copa y por supuesto que la consiguió gracias al solitario tanto de Lautaro Martínez ante Colombia. Hubo que sufrir y el fútbol nos mostró que a veces es justo y las grandes historias, tienen finales felices.