Lionel Messi se plantó ante la represión de la policía de Brasil a las familias argentinas en el Estadio Maracaná

Otra vez la misma historia. Al igual que pasó cuando Argentinos Juniors visitó a Fluminense y Boca en la final de la Copa Libertadores contra el mismo club carioca, lo que debió ser una fiesta, terminó siendo una noche negra plagada de violencia por parte de la policía de Brasil para con los hinchas argentinos en plena tribuna a punto de comenzar el partido. El destrato y la violencia era tan grave que los hinchas debieron abandonar heridos el Estadio Maracaná y los propios jugadores de la Selección Argentina se acercaron a pedirle a los efectivos violentos que paren.

Un completo salvajismo. Tanto fue así que Lionel Messi como capitán hizo lo que ningún directivo de Conmebol ni de ningún club o entidad se animó a hacer: dar un fuerte y claro mensaje. El mejor jugador del mundo reunió a los jugadores y les hizo abandonar el terreno de juego a sus compañeros para dirigirse al vestuario, en principio, con la idea de no salir hasta que se normalice la situación. Reina la incertidumbre en el Estadio Maracaná mientras el presidente de la AFA, Claudio Tapia, salió del vestuario y recorrió el terreno de juego para ver si quedó alguien en el banco de suplentes. Tras ello, volvió a la zona en donde está concentrado el equipo.

La Conmebol hizo todo mal. Hasta en lo organizativo, porque aún con todos los antecedentes previos de represión, colocaron hinchas brasileños y argentinos sin ser separados por al menos un cordón policial. Los jugadores vuelven a la cancha, se juega y ahora sí hay mágicamente cordones y garantías que debieron estar desde un principio.