El triunfo histórico de anoche por parte de Argentina en pleno Estadio Maracaná ante Brasil dejó mucha tela para cortar, pero lamentablemente lo futbolístico pasó a un segundo plano tras lo que se vio en la previa con, una vez más, la policía reprimiendo a familias e hinchas argentinos que no estaban generando ningún tipo de disturbio. Al igual que se vio en la final por la Copa Libertadores entre Fluminense y Boca con imágenes que recorrieron el Mundo, la de anoche fue igual.
La policía de Brasil volvió a lucir su salvajismo injustificado ante familias que iban dispuestas a disfrutar de una fiesta, que terminó siendo agridulce y generó mayor impotencia en el desahogo final por la pesadilla vivida en las tribunas. Tal era la represión que los jugadores de la Selección Argentina se acercaron al sector de los incidentes mientras estos acontecían a enfrentar a los efectivos violentos de Brasil. De hecho, algunos integrantes de la delegación nacional como Emiliano Martínez, Lautaro Martínez y Leandro Paredes quisieron tomarse a golpes de puño en defensa de sus hinchas.
Esto, seguido de la gran decisión de Lionel Messi en mandar luego al equipo al vestuario amagando con suspender un partido, generó mayor repercusión Mundial y calmó los ánimos luego de que los simpatizantes que asistieron al Estadio Maracaná (Río de Janeiro) debieran ser retirados sangrando y en camilla a un hospital. Pero, para colmo de males, ahí estaban los jugadores del seleccionado local. Jugadores que demostraron al Mundo ser cobardes y preocuparse por sí mismos dejando sólos a los de Argentina encarar a la policía cuando lo que correspondía era demostrar unión en pos de una causa justa: decirle no a la violencia.
De forma descarada no sólo no se animaron a bancar la parada, como se dice, sino que había quienes se daban el lujo de sonreír a la cámara provocando con antecedentes donde la misma Argentina frenó la disputa de un partido entre ambos. Tuvieron miedo del qué dirán, de a ver si todavía los abucheaban sus propios hinchas, de qué diría la Confederación Brasileña de Fútbol o vaya a saber qué. Brasil se ganó el odio de todo el mundo anoche y le correspondería, más aún por reincidencia en este tipo de hechos, una ejemplar sanción. Sino, como dijeron algunos integrantes de La Scaloneta, va a ser siempre igual.
Anoche Messi se plantó y sus compañeros lo respaldaron. La Selección Argentina y los hinchas fueron uno, mientras que en frente, la cobarde imagen de Brasil, que ya ha fomentado veces anteriores la violencia, fueron cómplices de la barbarie. Quién sabe... Quizás hasta la aprueban.